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Primera entrevista

Como lo veis. Hoy,a  las 11 menos 20 de la mañana, me hallaba yo en Mornington Crescent, la parada de metro que está al lado de mi casa, pensando en cual sería la mejor ruta para llegar hasta el recruitment centre de Caffe Nero. Sólo abre lunes y martes, y es una buena opción donde seguir desarrollando mis magníficas aptitudes camarerísticas, aparte de mi adicción a la cafeína mezclada con exóticos sabores…

En esas andaba yo, calculando la ruta con el maravilloso Londres Tubo para iPod, cuando me dio, en un vivaz arrebato por comprobar la hora en mi apreciado reloj de pulsera. Efectivamente, eran las 11 menos 20, y yo había tardado demasiado tiempo en acicalarme, y mi entrevista de trabajo en el hotel que no estaba ni muchísimo menos en la misma dirección que Caffe Nero empezaba a morir antes de nacer, como un huevo frito.

Rápidamente cambié mi ruta y me dispuse a ir a la entrevista en el maravilloso complejo hotelero, que por algo me había puesto yo camisa, jersé y zapatillas que parecían zapatos y, más importante, por algo me había yo duchado, sin ser múltiplo de 4, y enfilé presuroso el camino de la central line hasta la céntrica calle de Oxford Street.


Tutatis estuvo conmigo, y crucé la línea de meta a unas dignísimas 11 menos 2 minutos. Me retoqué el atuendo, me puse sonrisa de pedir cosas y le pedí a la señorita recepcionista en un lenguaje claro y conciso (se llama María) que me llevase con el restaurant manager. Esto es importante, si estás en Inglaterra, aunque hables con un compatriota, los trabajos de los demás tienes que nombrarlos en inglés, y el tuyo ni te cuento, es la versión internacional del cambiar «tengo un chiringuito en el mercadillo» por «empresario del sector textil».

esas Channo buenas

El restaurant manager resultó ser un indio superalto, aunque estas dos últimas palabras parezcan contradictorias, que me guió por los puntos básicos del organigrama del hotelazo de 4 estrellas en el que me gustaría pasar los próximos meses, si es posible. En un ejercicio eufemístico de gran calidad, logró explicarme como libarles las posaderas a nuestros excelsos huéspedes clase business. Acepté encantado ese ejercicio de sumisión verbal, total, nosotros tenemos más jeta que ellos,y la entrevista prosiguió por derroteros más personales. Me preguntó por mi mejor virtud, lo que me hizo recordar el programa ese del biombo con una chica a un lado y tres tíos de pueblo al otro, y le dije que era un buen camarero(innegable, ¿no?) y por mi peor defecto. Ahí sí que tuve que contener la risa, mientras le decía lo que MarCos había respondido en una entrevista el día anterior, algo así como «necesito estar ocupado, trabajando, si no me aburro y me frustro». La verdad es que es mi peor defecto, porque me encanta ser un vaguete y un despistado, pero odio aburrirme si no hay curro. ¿Qué pasa, es que quiero currar más o qué?¿Tendré genes japoneses?

Cuando no pude evitar sonreir evocando mis momentos en la Venta del Chan fue cuando le dije que no discutía nunca con los clientes, porque era «pointless». Me faltaba el aura sobre el colodrillo.

Así que bien, el señor encargado y alto quedó satisfecho, y me emplazó para una entrevista, la «entrevista final» para la semana que viene. Será un acontecimiento importante, en el que vendrá el General Manager y todo. En principio será Él quien me haga la entrevista, aunque yo me lo imagino detrás de un cristal ahumado, con una voz distorsionada saliendo de un altavoz ilocalizable, que me formula preguntas crípticas y oscuras, pero claro, yo soy algo dramático, así que espero que vaya bien.Es un poco mierda, porque parece que todo va viento en popa y que me cogerán, pero si no habré tirado una semana a la basura, y más teniendo en cuenta que mañana tendré que tomarme unas pintas a la salud de Cristi, Ricardo, Pipa, y demás familia(o eso espero), y que además tendré que invertir en unos zapaticos y en un pantaloncín para que GENMAN me vea guapo…